La niñez y la adolescencia son años críticos para disminuir el riesgo de desarrollar cáncer de piel. Y es que la exposición al sol de una persona en sus primeros 20 años de vida determina en gran parte la posibilidad de sufrir esta enfermedad, según muestran algunas investigaciones.
Un caso grave de quemadura solar en la niñez o la adolescencia podría aumentar severamente el riesgo de desarrollar melanoma, la forma más grave de cáncer de piel, años después.
Australia tiene una de las tasas más altas de este tipo de cáncer en el mundo, con una prevalencia que duplica a la de Reino Unido o Estados Unidos, por ejemplo, debido a su sol intenso. De hecho, el melanoma es el cáncer más común para australianos de entre 20 y 39 años de edad.
Es tan común que en Australia se le conoce como “cáncer nacional”, y es por ello que ese país ha desarrollado algunas de las medidas protectoras más efectivas del mundo. Sus lecciones podrían servir para otros países lidiando con veranos cálidos y duraderos.
Dado que la protección temprana puede hacer una gran diferencia, un mensaje clave de expertos australianos para las familias es ser conscientes del peligro de la radiación ultravioleta del sol y tomar simples pasos para protegerse.
La piel necesita protección
Los índices para medir la fuerza de la radiación ultravioleta de la Organización Mundial de la Salud varían entre 0 (baja) a 11 (extremo). Un mayor número implica mayor daño a la piel y los ojos y, además, puede afectar más rápido.
Si bien pieles más oscuras tardan más en quemarse, todas pueden dañarse por el sol. Según el índice ultravioleta y el tipo de piel, una quemadura puede ocurrir en solo 10 minutos. La exposición ultravioleta puede aumentar el riesgo de cáncer aunque no queme. En años recientes, las investigaciones también han mostrado que la exposición al sol puede causar envejecimiento prematuro en diferentes tipos de piel.
Es posible quemarse en un día frío pero despejado. También en un día nublado. No se siente nada hasta que es demasiado tarde, aseguran los expertos.
Las cremas solares son efectivas para prevenir quemaduras. Sin embargo, hay confusión sobre su uso correcto. Algunas personas aplican cantidades insuficientes. Otros asumen que por sí solas protegen por completo.
Elke Hacker, de la Universidad Griffith en Brisbane, Australia, dice que “estudios previos han mostrado que a veces las personas solo aplican la mitad del grosor recomendado para cubrir la piel”. La cantidad correcta son dos miligramos por centímetro cúbico, lo que equivale a siete cucharaditas de crema solar para un cuerpo adulto. Eso equivale a una cucharadita para cada brazo y pierna, dos para el torso, una más para el rostro, cuello y orejas. Debe reaplicarse cada dos horas.
Los expertos recomiendan una amplia variedad de lociones solares con protección de 30 o más e indican que hay que aplicarla 20 minutos antes de exponerse al sol. Esto permite que se hunda en los poros y previene que inmediatamente se vaya con el sudor, el agua o el roce.
Las lociones suelen ser más efectivas que los aerosoles. Algunas investigaciones sugieren que la protección de aerosoles puede ser insuficiente cuando hay mucho viento.
Puede que algunas personas consideren no exponerse al sol de ninguna forma, pero eso no sería práctico ni saludable. Nuestros cuerpos necesitan luz solar para producir vitamina D y hay más beneficios en estar fuera, especialmente durante la niñez.
En su lugar, una buena opción es disfrutar del sol al comienzo y final del día, cuando los rayos ultravioletas son menores.